El Sol atraviesa el cristal de un ventanal;
Estoy en el centro de una habitación despoblada,
una sombra nace en mis pies,
y tengo la infantil sensación de no estar solo;
La juzgo impersonal, ajena, otro;
Ni siquiera su fiel copia de mis movimientos me convencen;
Siento su mirada ciega,
sospecho que algo sabe,
que desearía poder contarme;
La miro fijamente,
le sonrío,
y timidamente le consulto por la muerte;
Pero es imperscrutable;
El Sol declina,
y ella se estira,
se diluye...
y se va sin decirme,
Adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario